jueves, 23 de febrero de 2017

Recuerdo de los Años '30. El lavarropas.



En aquellos tiempos no existía el lavarropas y el lavado lo hacía a mano  la lavandera. Se trataba de una mujer aguerrida pues   su tarea era, quizá, la más pesada entre las domésticas; si alguien cree que exagero, lo desafío a  lavar, enjuagar  y exprimir a mano una toalla de baño, un mantel o una sábana.
Lavaba en una amplia pileta de cemento instalada en el tercer patio, bajo un cobertizo, en uno de cuyos costados tenía una superficie moldeada como tabla de lavar que ayudaba al fregado.   Como para complicar la tarea aún más, existía la costumbre -para mí absurda- de almidonar sábanas y manteles, para lo cual había un gran fuentón de casi un metro de diámetro en el que se preparaban litros de almidón. Allí la lavandera sumergía la ropa ya limpia y exprimida, la hacía embeberse, la exprimía nuevamente y la colgaba en el tendedero que abarcaba todo el  patio. Al secado lo hacía el sol por lo que los días de lluvia significaban una preocupación doméstica extra. 
La lavandera se desempeñaba, también, como planchadora porque la tarea que acabo de describir culminaba con el planchado de la ropa,  desde menudas prendas de vestir hasta las grandes sábanas y manteles, razón por la cual la mesa de planchar era muy amplia, tanto que me metía  debajo de ella y  jugaba a que se trataba de una casa. Planchar no resultaba tarea simple pues  la ropa, tiesa por el almidón, antes debía rociarse, enrollarse para que la humedad  se difundiera parejamente y, solamente entonces, se la planchaba. Otro detalle más a mencionarse era que no había planchas eléctricas sino las de hierro que se calentaban con brasas por lo que,  junto a la mesa de planchar,  debía haber siempre un brasero con su incandescente carga.
Hacia el año ’35 aparecieron las planchas eléctricas y hacia los ’50 mis padres compraron el primer lavarropas eléctrico que conocí en mi vida, uno estupendo marca Bendix que lavaba, enjuagaba y exprimía de modo que la ropa salía de él lista para colgarse en el tendedero. Fue otra invención revolucionaria.

                                                                     Teresa Piossek Prebisch

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