viernes, 18 de diciembre de 2015

Un hipermercado extraordinario: El Tianquiztli de México

Supermercados, hipermercados son un estilo de comercialización que se ha impuesto en todo el mundo, cuya característica es que, dentro de un espacioso recinto, se ofrece al parroquiano una gran variedad de bienes de consumo. Podría creerse que es una modalidad  nueva, propia de nuestros tiempos, pero no es así como lo demuestra este caso del siglo XVI:
Era 1519, Hernán Cortés había llegado a la ciudad-estado de México, situada en una isla, en medio del lago Texcoco,  y fue recibido por el emperador Moctezuma que lo alojó, junto con sus compañeros,  en el palacio que había pertenecido a su padre.  Ya instalados y descansados se dedicaron a recorrer la gran urbe habitada por unas 100.000 almas.
El recorrido les provocó diversas y encontradas impresiones. De deslumbramiento ante la belleza de las pirámides ceremoniales, pero de horror ante el hecho de que en ellas se sacrificaban cientos de seres humanos a los dioses. De admiración por el sistema de calzadas que unían la isla con tierra firme, y por las calles y canales interiores que comunicaban los distintos barrios. Finalmente, de asombro y deleite ante el gran mercado o tianquiztli del cual Cortés hizo una colorida descripción al rey Carlos V:
Ocupaba un espacio cuyo tamaño duplicaba el de la plaza de Salamanca, la mayor de España. En él se reunían diariamente cientos de mercaderes; algunos eran de México, pero otros provenían de poblaciones vecinas o de lugares tan lejanos como Yucatán y Guatemala. Eran alfareros, plateros, joyeros, zapateros, carpinteros, fabricantes de esteras, herbolarios, boticarios, hilanderos, fruteros, verduleros, vendedores de  salvajina, de pescado e incluso de carne humana pues la antropofagia era usual entre los aztecas.
Se venden cuantas cosas se hallan en toda la tierra sintetizaba el asombrado Cortés, entre ellas, una muy curiosa: la hienda -excremento humano- usado para curtir cueros. Agreguemos que también se vendían seres humanos como relata el soldado Bernal Díaz del Castillo: vendían indios esclavos y esclavas… traían tantos de ellos a vender… como traen los portugueses los negros de Guinea, e traíanlos atados a unas varas largas, con collera a los pescuezos, porque no se les huyesen… El comprador los usaba como  fuerza laboral pero,  a veces, los destinaba al sacrificio humano que se consumaba en la imponente pirámide ceremonial que se levantaba al centro de la ciudad.

Teresa Piossek Prebisch


miércoles, 4 de noviembre de 2015

Alonso Barzana S.J. Misionero y lingüista Parte 3

En 1576 Barzana estaba de regreso en Lima participando de la Primera Congregación Provincial Peruana en la que se decidió crear la Reducción de Juli. Le encargaron  dirigirla y lo hizo aplicando su sentido social de no limitarse a evangelizar, sino también enseñar a los indios a organizar su existencia pues, en su visita anterior al lugar, había comprobado la imprevisión en que vivían, lo que se volvía dramático en años de malas cosechas cuando reinaba el hambre provocando muertes y  dispersión de la población. La organización de la Reducción de Juli resultó tan acertada, que se la tomó como  modelo básico de reducciones que se crearían después; por ejemplo, las  guaraníes.

 Contaba cuarenta y siete años cuando enfermó de un mal que prácticamente le impedía caminar; sin embargo, se repuso y retomó su habitual ritmo de incansable actividad. Testigos de  su recuperación afirmaban  que se debía a su profunda confianza en Dios y a su imbatible buen humor.

En 1579 le asignaron una tarea que debió resultarle una prueba muy amarga: asistir a Túpac Amaru en los días previos a su ejecución convirtiéndolo al cristianismo y ayudándolo a soportar el trance final.

En 1582 volvió a Lima para asistir al III Concilio Limense en el que se acordó publicar libros destinados a catequizadores: artes y vocabularios de lenguas indígenas; manuales de catecismo, sermonarios, datos sobre ritos aborígenes, etc.- Se editaron en la imprenta del Colegio de Lima, Barzana tuvo directa responsabilidad en su edición y fueron los primeros libros impresos en Sudamérica.

jueves, 29 de octubre de 2015

Alonso Barzana S.J. Misionero y lingüista. Parte 2

Tan pronto llegó a Lima comenzó a evangelizar en los barrios de la ciudad. Su método era ir de casa en casa, interesarse  por la vida de todos, tratarlos afablemente y así lograba que los indios concurrieran a la iglesia donde les enseñaba la doctrina cristiana y los instaba a abandonar los vicios, entre otros la embriaguez que hacía estragos entre ellos. Organizaba escuelas para enseñanza de los niños indios. Visitaba cárceles y hospitales. Los días de semana predicaba en la plaza convocando a indios, negros y españoles y, los domingos, en la iglesia. Para las fiestas religiosas recurría a comedias, danzas, entremeses, coplas y romances que atraían mucho a  todo tipo de público.

De Lima pasó a Cuzco y llegó hasta los pueblos del Lago Titicaca, Juli, La Paz, Arequipa, Potosí, lugares donde la lengua madre ya no era el quichua, sino el aymara que con su proverbial facilidad pronto aprendió para predicar en ella.

De cada una que aprendía redactaba Arte y Vocabulario (Gramática y Diccionario) destinados a misioneros recién llegados y pronto sus superiores le encomendaron tareas docentes. Primero en el Colegio de la Compañía de Jesús, de Lima, donde enseñó  quichua a los novatos; luego, en Potosí donde les enseñó las lenguas aymara y puquina. Además, redactó textos de sermones para ayudarlos en la predicación.

Alonso Barzana S.J. Misionero y lingüista . Parte 1

Entre los muchos personajes extraordinarios que durante el siglo XVI actuaron en el Noroeste argentino  se cuenta el misionero jesuita Alonso Barzana. Nació en 1530, en Cuenca, España y su biógrafo, el P. Juan Bautista, que lo conoció desde su juventud,  lo describía como de agradable presencia, ánimo alegre y sereno,  inteligencia lúcida y memoria excepcional. También señalaba que quería campear, en otras palabras, que ambicionaba distinguirse por  realizar grandes obras.

A los dieciocho años  ingresó a la Universidad de Baeza  donde cursó Trivium (Gramática, Retórica y Dialéctica) y Cuadrivium (Geometría, Aritmética, Astronomía y Teoría Musical) y  fue alumno brillante. Reunía todas las condiciones para triunfar en la vida mundana, sin embargo se despertaba en él una fuerte  vocación religiosa; así, a los veintitrés años comenzó a predicar en barrios de Baeza y pueblos aledaños y, a los treinta y cinco, ingresó en la Compañía de Jesús, en la ciudad de Sevilla.

Deseaba ser misionero en  China o Tierra Santa, pero sus superiores lo designaron al Virreinato del Perú y él, tan pronto supo que su destino era el ex imperio de los Incas, quiso saber la lengua de aquellos entre quienes le tocaría misionar. ¿Dónde aprenderla? Para su suerte en Sevilla residía un caballero que había vivido en Perú y hecho algunos estudios sobre el quichua que  Barzana asimiló con sorprendente facilidad revelando una capacidad suya que asombraría a todos: poseía el don de lenguas, era un lingüista nato. Esto sería un factor muy valioso pues una característica cultural americana era la impresionante variedad de lenguas existente que, según las distintas clasificaciones científicas modernas, oscilaba entre cuatrocientas y dos mil.

El viaje entre Cádiz y el Perú duró diez meses y durante el tramo oceánico Barzana tuvo otro golpe de suerte: viajaba en el mismo navío que él un pasajero que sabía quichua con quien tuvo oportunidad de hablarlo. Por lo tanto,  al llegar a destino y comenzar a misionar, pudo dirigirse a los indios en su propio idioma lo que creó entre él y ellos una estrecha comunicación potenciada por otro don suyo: la elocuencia.

Curioso método para aprender una lengua indígena

A partir del segundo viaje de Colón ocurrido en 1493, comenzaron a llegar a América frailes misioneros para cumplir con el propósito de evangelizar -es decir, de convertir al cristianismo- a sus habitantes a quienes  el descubridor  denominó indios creyendo haber arribado a la India.

El sistema para evangelizar pensado por los frailes era crear  escuelas para niños indios, pero para hacerlo debían superar el  serio obstáculo de que ignoraban la lengua de aquellos que debían evangelizar por lo que  aprovecharon toda oportunidad de aprenderla y un día, en México,  se les presentó una que merece contarse:

En un pueblo donde habían abierto una escuela-internado para niños indios, vivía  una señora española, viuda, madre de dos hijos pequeños cuyo cuidado encomendó a los frailes misioneros. A los dos españolitos, como a todos los niños del mundo, les gustaba jugar por lo que pronto se hicieron amigos de los compañeros indiecitos y, entre jugarretas, misas, rezos y clases de catecismo, aprendieron su lengua: la náhuatl hablada en México. Los frailes vieron en esto una oportunidad  muy valiosa y tomaron a los dos  españolitos como maestros  lo que resultó un gran acierto porque les permitió armar una especie de diccionario y gramática que les ayudó muchísimo a cumplir la labor evangelizadora.

Por su parte, los niños indios compañeros de los dos españoles,  comenzaron a aprender el español gracias a ellos y, con el pasar del tiempo, al hacerse mozos,  varios se transformaron en colaboradores de los frailes en la tarea de enseñanza y evangelización.

viernes, 9 de octubre de 2015

12 de Octubre de 1492

El próximo 12 de octubre se cumplirán 523 años del Descubrimiento de América cuando, después de dos meses y nueve días de navegación,  Cristóbal Colón llegó a la isla antillana de Guanahaní que él llamó San Salvador, de la cual tomó posesión en nombre de los Reyes Católicos,   en  solemne ceremonia registrada por escribano. ¿Y cómo era Colón, ese audaz navegante que se atrevió a desafiar el Mar Océano o Mar Tenebroso como entonces denominaban al Océano Atlántico? El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, que lo conoció personalmente, dejó de él esta vívida descripción:
Era hombre de honestos parientes e vida, de buena estatura e aspecto, más alto que mediano, e de recios miembros; los ojos vivos, e las otras partes del rostro de buena proporción; el cabello, muy bermejo, e la cara algo encendida e pecoso; bien hablado, cauto e de gran ingenio e gentil latino e doctísimo cosmógrafo; gracioso cuando quería; iracundo cuando se enojaba.
Su biógrafo Paolo Emilio Taviani lo define como genio del mar y sintetiza en un magistral párrafo la dimensión de su hazaña:
Sólo a raíz del descubrimiento de Colón, Europa, Asia y África tuvieron conocimiento de la existencia de un Nuevo Mundo. Y América tuvo conocimiento de la existencia de tres continentes. Fue un mutuo descubrimiento que cambió profundamente el curso de la historia humana.



jueves, 8 de octubre de 2015

San Miguel de Tucumán en 1773

El cronista cuzqueño  Calixto Bustamante Carlos Inca, más conocido por su sobrenombre Concolorcorvo, hizo en ese año un viaje entre Buenos Aires y Lima del cual dejó un encantador libro titulado El lazarillo de los ciegos caminantes. El capítulo V está dedicado a Tucumán y en él describe así a San Miguel:
Ciudad capital de esta jurisdicción y partenza hoy de correos, ocupa el mejor sitio de la provincia: alto, despejado y rodeado de fértiles campañas. A cinco cuadras perfectas está reducida esta ciudad, pero no está poblada a correspondencia. La parroquia, o matriz, está adornada como casa rural y los conventos de San Francisco y Santo Domingo mucho menos. Los principales vecinos, alcaldes y regidores, que por todos no pasarán de 24, son hombres circunspectos y tenaces en defender sus privilegios. Hay algunos caudalitos, que con su frugalidad mantienen, y algunos aumentan con los tratos y crías de mulas; pero su principal cría es la de bueyes, que amansan para el trajín de las carretas que pasan a Buenos Aires y a Jujuy. La abundancia de  buenas maderas les facilita la construcción de  buenas carretas.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Intercambio de fauna y flora entre dos mundos

Uno de los hechos más revolucionarios que provocaron el descubrimiento y conquista de América fue el intercambio de fauna y flora entre el Viejo Mundo y el Nuevo.

Los españoles trajeron los ganados equino, mular, asnal, vacuno, bovino, ovino, caprino, porcino y aviar.  Trajeron vid, olivo, trigo, caña de azúcar, legumbres y hortalizas,  frutas cítricas y de carozo, ajo, cebolla, albaca y también plantas ornamentales: rosal, clavel, narciso, amapola, lirio, alhucema, malvón. Todo esto transformó, en muchos aspectos, el modo de vida de los indigenas.

La transformación más espectacular fue la provocada por los animales de tiro y carga  que en América no existían. A la tarea la realizaba el indio carguero que transportaba  sobre sus espaldas toda suerte de bultos, incluso seres humanos. En la región andina sudamericana se usaba la llama como carguera, pero su resistencia física es muy inferior a la de los equinos.

Otra transformación fue la producida en la alimentación con la llegada de vacas, ovejas, cerdos, cabras, aves de corral. Además, algunos de estos animales originaron innovadoras manufacturas: el cuero vacuno, la talabartería; la lana de oveja, tejidos; la carne de cerdo, los chacinados.

La contribución de América fue mayoritariamente en vegetales que desde el siglo XVI tuvieron difusión mundial por su calidad alimenticia: maíz, papa -de la cual los incas desarrollaron 3.000 variedades- batata, tomate, ají, maní, ananá, girasol -del que se extrae aceite comestible- quinoa, mandioca, cacao.

Otros aportes vegetales del Nuevo Mundo fueron la fibra del algodón mesoamericano y el tabaco que pronto ganó adeptos en el Viejo.  La flora americana también aportó
substancias medicinales como la quinina para la cura de paludismo y malaria, y se calcula que quinientas hierbas de origen americano integran la fórmula de distintos medicamentos.

Y la fauna del Nuevo Mundo hizo dos aportes sinónimo de alta calidad: la lana de vicuña, la más fina de origen animal existente,  y el pavo domesticado por los aztecas, imprescindible en todo lujoso banquete

miércoles, 9 de septiembre de 2015

América y su integración al Mundo

Los primeros seres humanos llegaron a América en tiempos prehistóricos, hace 40.000 o 30.000 años. Venían del Oeste y  provenían  de Asia, Australia y Oceanía. Muchos ingresaron por la vía de acceso terrestre de Bering, pero una vez desaparecida ésta a causa de cambios climáticos, el Océano Pacífico fue el medio comunicador por excelencia. Es muy importante señalar que estos pueblos, una vez que llegaron al continente navegando en sus rudimentarias naves,   cortaron para siempre el vínculo con su lugar de origen, de modo que América, aunque poblada, permaneció aislada geográficamente, encerrada entre dos océanos.

El poblamiento desde  el Este, por el Océano Atlántico, fue tardío.  Ocurrió en tiempos históricos y en la era cristiana. Comenzó con los escandinavos  que, a fines del siglo X y comienzos del XI,  llegaron  en sus típicos drakkar -naves de una sola vela impulsadas por remeros- a América del Norte, a Terranova  donde se han encontrado restos de un pequeño caserío. Aparentemente el medio no les fue propicio pues un día se retiraron en forma tan  inesperada como habían llegado, con lo que América perdió una oportunidad  de salir de su aislamiento.

Éste terminó recién cuatrocientos años más tarde,  a fines del siglo XV, exactamente el 12 de octubre de 1492, fecha que marcó el comienzo de la integración de América al resto del mundo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

San Miguel de Tucumán a comienzos del siglo XVII

Entre los principales cronistas del período colonial se cuenta el fraile carmelita P. Antonio Vázquez de Espinosa. Estuvo catorce años en Indias -como los españoles llamaban a América- y recorrió desde Méjico hasta el Noroeste argentino. Llegó a Tucumán a comienzos del siglo XVII y dejó esta descripción de la ciudad de  San Miguel de Tucumán que todavía se levantaba  en el sitio de Ibatín:
La ciudad de San Miguel de Tucumán es de hasta 250 vecinos españoles; su temple es muy cálido y húmedo; tiene en el contorno algunas reducciones de indios donde se labra cantidad de lienzo de algodón, pabellones, sobrecamas y otras cosas curiosas; hay en el distrito cría de mulas y ganados y tiene muy olorosas y preciosas maderas, y por los campos innumerable cantidad de ganado silvestre. Está en 29 grados, fundada en alegre sitio a las faldas de altísimas montañas; tiene acequia con que riega sus viñas, huertas y sembrados; pasa por un lado el río de la Quebrada de Calchaquí -el río Pueblo Viejo- y otros que bajan de las sierras.

martes, 25 de agosto de 2015

La estafa social, económica y política más insólita de la historia colonial

El andaluz Pedro Bohórquez fue artífice de un engaño masivo. Dos años reinó entre los temibles y rebeldes indios calchaquíes pobladores de las inexpugnables montañas del noroeste argentino, asentando su poder sobre un triple embuste:

A los calchaquíes les dijo que era auténtico soberano suyo, descendiente directo del último Inca Atahualpa y que venía a liberarlos del yugo español.

A los españoles de las ciudades, que sometería a los indómitos calchaquíes y que éstos le revelarían la ubicación de riquísimos yacimientos.

A los misioneros jesuitas que desde años atrás intentaban infructuosamente evangelizarlos, que él los convencería de convertirse al catolicismo.

Todo resultó un descomunal engaño que, comenzando como una comedia, terminó en la tragedia de la Tercera Guerra Calchaquí entre españoles e indios.

La historia está narrada en mi libro Pedro Bohórquez, el Inca del Tucumán. 1656-1659 que ha llegado, ya, a su séptima edición.

domingo, 16 de agosto de 2015

Más sobre el viaje transatlantico

Así como las naves del siglo XVI carecían de compartimentos especiales para los viajeros, tampoco brindaban servicios gastronómicos. Por lo tanto, éstos debían llevar su propio matalotaje, es decir,  el alimento que calculaban que el grupo familiar y allegados consumirían durante los dos meses de viaje. Estaba compuesto por alimentos secos o conservados: aceite, vino, pescado, garbanzos, arroz, embutidos, aceitunas, ajo, queso, pasas, golosinas pues lo único de lo que se los proveía en la nave -y racionadamente- era de agua que, tras varios días en barricas adquiría un sabor abombado. Algunos viajeros llevaban plantas del Viejo Mundo  para aclimatarlas en el Nuevo a las que, suponemos, se les asignaría su propia ración de líquido.

El pasajero también debía llevar lo siguiente:

1.Vajilla y recipientes para cocinar en el único fogón compartido por todos que se encendía en la cubierta de la nave siempre y cuando hiciera buen tiempo.

2.Equipo de dormir: colchón delgado, almohada y frazada que cada noche extendería en algún rincón  de cubierta  y que enrollaría al despertar, antes del comienzo del trajín de gente y tripulantes.

3.Ropa recia que aguantara sol, lluvia y maltrato. También naipes, dados, libros y alguna guitarra para pasar las largas horas del día.

Agreguemos que sacerdotes y hombres prudentes solían recomendar que, antes de embarcar, el viajero hiciera su testamento, se confesara y comulgara. También que  se purgara  para emprender la aventura transoceánica libre de humores dañinos.

Como era el viaje transoceánico

El viaje transoceánico entre España e Indias era una experiencia sacrificada. En primer lugar,  las naves estaban pensadas sólo para llevar tripulación y carga, no los 20 o 30  pasajeros que solían embarcarse. Entonces, ¿dónde se acomodaban éstos? En algunas pocas naves existían cámaras para 12, 6 o 3 personas, pero a veces  tocaba lo que le tocó al oidor Eugenio de Salazar que viajaba con esposa y dos hijos, quien debió contentarse con una camarilla que medía 0,63m. de altura y 1,05m. de largo. ¿Y qué ocurría con los pasajeros que no podían darse el “lujo” de una cámara? Se ubicaban en algún lugar de la cubierta donde pasaban el día, comían y dormían apretujados, sometidos a la intemperie pues sólo en caso de tempestad  les permitían bajar a la sentina que, por otra parte, siempre estaba  maloliente. Muy pocos lograban gozar de un espacio en la cabina del capitán, pero este privilegio era sólo para funcionarios o grandes personajes.

Uno de los aspectos más desagradables del viaje era la falta de intimidad ya que todo se hacía a la vista de los restantes viajeros, incluso las necesidades en las letrinas ubicadas a cielo abierto, o bien en las ballesteras destinadas a hacer disparos de artillería que así adquirían una nueva función.

La mortandad entre los viajeros a Las Indias

Poco suele hablarse de la mortandad que se producía entre quienes viajaban de España a Indias que, antes de llegar a su destino americano, pasaban por varias pruebas de supervivencia.

La primera era el viaje transoceánico durante el cual padecían la amenaza de naufragios; de ataques de piratas y corsarios; de enfermedades provocadas por la mala alimentación -como el escorbuto-;  por el hacinamiento;  por  plagas transmitidas por ratas, pulgas, piojos, chinches y cucarachas que superaban en varias cifras el número de los humanos; por la falta de higiene a la que contribuirían los animales originarios del Viejo Mundo que se llevaban en las naves: caballos, vacas, gallinas, etc.

Y cuando el viajero llegaba a las Indias le esperaba la segunda prueba de supervivencia ya que desembarcaban  en puertos situados en tierras calientes como Santo Domingo, La Habana, Veracruz, Cartagena, Nombre de Dios o Portobello donde a menudo contraían enfermedades endémicas como la malaria. A aquellos que viajaban al Perú les aguardaba otra prueba más: atravesar el Istmo de Panamá   una de las regiones más malsanas del mundo, para llegar al Océano Pacífico donde volvían a embarcarse rumbo  a su destino. Es decir, que había una implacable selección natural a causa de la que, según algunos investigadores, moría el 15% de los viajeros, según otros, el 25%.

viernes, 14 de agosto de 2015

Los primeros españoles en America

En 1493, en su segundo viaje,  Cristóbal Colón fundó en actual Santo Domingo la primera ciudad hispana en América a la que llamó Isabela en homenaje a la reina Isabel la Católica. A partir de esa fecha hasta el final del siglo XVI vinieron desde España  entre 250.000 y 280.000 inmigrantes de los cuales el 25% eran mujeres. Sus edades oscilaban entre los 14 y los 30 años. La mayoría era originaria de Andalucía seguida por los originarios de Castilla y Extremadura y, en menor escala, del país vasco y Galicia.  Se establecieron en el continente fundando más de 200 ciudades en un área que se extendía desde el sur de Estados Unidos hasta Valdivia en Chile, y Mendoza y el Río de la Plata en Argentina.





     

martes, 5 de mayo de 2015

Juan de Betanzos, cronista de los Incas.

Uno de los más eminentes cronistas  de la conquista del Perú fue Juan de Betanzos. Se calcula que nació en 1510, aunque se desconoce el lugar de nacimiento. Llegó al Perú en 1532 con la hueste de Francisco Pizarro por lo  que estuvo presente desde el inicio de la conquista del Tahuantinsuyu o imperio incaico. En 1542 se casó con la princesa Añas Kollke, bautizada Angelina Yupanqui, hija de Huayna Cápac -el último gran emperador inca- y hermana de Atahuallpa, el postrero de la dinastía.

Fue uno de los primeros españoles en aprender el quichua, lengua que llegó a dominar con tal perfección,  que no sólo dos veces actuó como mediador en delicadas negociaciones de paz con indígenas rebeldes, sino que compuso un Vocabulario que resultó ser el primer Diccionario quichua-español e hizo una traducción de la Doctrina Cristiana para auxiliar la labor de catequización de los misioneros. Sin embargo  su obra máxima es la monumental Suma y narración de los incas imprescindible para todo aquél que quiera conocer lo ocurrido en el Perú durante los períodos incaico e hispánico.

La escribió por mandato del virrey  don Antonio de Mendoza y en ella volcó el conocimiento de la historia del Tahuantinsuyu adquirido a través del trato habitual con integrantes de la nobleza incaica emparentada con su esposa de quienes recibió información de primera fuente. La obra consta de dos partes y trata desde los orígenes mitológicos de los incas, hasta su caída final debida no sólo a la conquista española, sino a  la terrible guerra fratricida entre los hermanos Huáscar y Atahuallpa por la posesión del trono, guerra  que debilitó al imperio al dividirlo por el odio entre las partes.

Betanzos, con su esposa Angelina se radicó en la ciudad de Cuzco, en el elegante barrio de Carmenca y tuvo una sola hija llamada María Betanzos Yupanqui. Murió en esa ciudad  en 1576.

jueves, 16 de abril de 2015

El Quichua, la Lengua del Cuzco o Lengua General.

Una característica singular de la América prehispánica fue la extraordinaria variedad de lenguas existente, fenómeno que no se daba en el Viejo Mundo. Así, Pedro Cieza de León al relatar al avance  español sobre el área andina  sudamericana, escribe que de una comarca a otra había  tan diferentes lenguas  que era menester llevar muchos intérpretes para andar por ellas.

No eran los primeros conquistadores en encontrarse con este obstáculo comunicacional pues antes lo experimentaron los incas en sus objetivos imperialistas,  pero el ejecutivo Pachacútec supo ponerle remedio tomando una medida drástica y genial:  ordenó que todos los pueblos conquistados incorporados el Tahuantinsuyu o imperio inca, aprendieran la lengua general o lengua del Cuzco o quichua.

De esta manera logró -como testimonia el mismo Cieza de León- que los diversos pueblos hablaran, en más de mil doscientas leguas…  la lengua general de los ingas que es la que se usaba en el Cuzco… porque los señores ingas lo mandaban y castigaban a los padres si la dejaban de mostrar  -enseñar- a sus hijos en la niñez.  Sin embargo  permitían conservar la lengua  regional con el resultado de que todos los habitantes del imperio eran bilingües y un ejemplo fueron  los de los Valles Calchaquíes que hablaban tanto quichua como su lengua madre, el kakán.

Esta unidad idiomática consolidó la unidad del imperio de manera que era posible viajar desde Quito, en Ecuador, hasta los ríos Maule, en Chile, y Diamante, en Argentina, comunicándose mediante ese idioma. Su uso se extendió hasta la llanura tucumano-santiagueña no obstante no haber sido ésta conquistada por los incas, tanto que los expedicionarios de Diego de Rojas se valieron de él para hacer contacto con los aborígenes.

El Quipu

De entre los aborígenes americanos que alcanzaron un alto desarrollo cultural sólo los mayas tuvieron un sistema de escritura. Estaba compuesto por logófrigos que representaban ideas y por glifos, que representaban sonidos por lo cual resultaba sumamente complejo y sólo manejable por expertos. En cambio, aztecas e incas carecieron de escritura, aunque estos últimos crearon el quipu, que si bien no se equiparaba a la escritura, era un eficiente sistema de contabilidad que debía ser acompañado por una explicación verbal.

¿Qué es el quipu? Comencemos diciendo que la palabra pertenece a la lengua  quichua y  significa nudo. Los expertos lo describen como un recurso mnemotécnico para ayudar a la memoria, pero yo lo defino   como la calculadora de lana -pues estaba hecho de lana de llama- y por la descripción que haré comprobarán que la comparación no es desacertada.

Estaba constituido por un cordel principal de entre 0,30 a más de 1m. de longitud. De él pendían cordeles de distinto largo,  puestos ordenadamente  de mayor a menor, cada uno de un diferente color: verde, azul, amarillo, blanco y rojo, en los que se hacían series de nudos.

No cualquiera sabía valerse del quipu y los expertos se denominaban  quipu-camayoc,  que podríamos traducir como contador o técnico en quipus. El cronista Pedro Cieza de León que conversó con varios de ellos para que le explicaran su uso,  nos dice que los nudos contaban de uno al diez, del diez al cien y del cien al mil.  ¿Y qué contaban? La respuesta es todo pues los soberanos incas eran realmente fanáticos de las estadísticas como medio de conocer -para luego disponer- de todo lo  existente en el imperio. Cada gobernante de provincia -continúa Cieza-  tenía contadores que, mediante nudos hechos en los cordeles, recogían las cifras  de cuántos varones, mujeres y niños vivían en determinado pueblo; de qué cantidad de alimento cosechaban; de cuántas llamas tenían en sus rebaños. Esta información le servía al soberano para señalar el tributo que cada pueblo debía dar, que incluía  desde Vírgenes Escogidas, hombres para la guerra o para las obras públicas tales como caminos y edificios, hasta maíz, charqui (carne seca),  ropa, calzado, leña. Todo ello se guardaba -bajo la contabilidad de quipu-camayocs- en los depósitos distribuidos a lo largo de los caminos del imperio para abastecer al Inca y sus ejércitos conquistadores durante la marcha.  El cronista, admirado de la perfección del sistema estadístico creado por los incas, comentaba que todo era hecho ¡con tanta exactitud [que] no se ha de haber extraviado ni un par de sandalias!    



La ciudad de Potosí

La Cordillera de los Andes, sobre todo en su área central, es una de las regiones del globo terráqueo más abundantes en metales preciosos. El paradigma  es el legendario cerro de Potosí situado en el extremo sudeste del altiplano boliviano.

La riqueza de sus yacimientos se descubrió por casualidad. Fue un día de abril de 1545 cuando un indio yanacona llamado Diego Gualpa ascendía la empinada cuesta hacia un santuario ubicado en la cima del cerro. Soplaba el fuerte viento típico de la región por lo que, en cierto momento, para no caer, se aferró a una peña en la que reconoció señas inequívocas  de mineral de plata.  Contó el suceso  a su amo quien examinó el terreno y descubrió cinco vetas extraordinariamente ricas. Como es de imaginar, la noticia cundió y entonces  no sólo comenzó la explotación del cerro, sino que en sus inmediaciones, y no obstante la inhóspita aridez del lugar, comenzó a formarse una ciudad que se llamó, también,  Potosí, nombre que se transformó en sinónimo de pronta fortuna. Creció velozmente; Carlos V le concedió el título de Villa Imperial y un escudo que lucía la leyenda Tesoro del mundo y envidia de los reyes.

En 1570 recibió la visita del virrey Francisco de Toledo quien al comprobar que la producción de plata se hacía usando métodos primitivos, con el fin de incentivarla convocó a empresarios mineros para proponerles la construcción de molinos hidráulicos destinados a preparar el mineral para el tratamiento con mercurio, método de avanzada recientemente descubierto. Su propuesta fue aceptada  y cuatro millonarios hicieron posible una obra de ingeniería sorprendente para el siglo XVI. Consistió en la construcción de un lago para recoger el agua de lluvia, más un sistema de treinta y dos lagos menores, un canal de 16kms. de extensión, dieciocho represas y cientos de molinos.

Al incrementarse la producción la riqueza de Potosí creció a niveles legendarios. Se erigió en la mayor urbe minera del imperio español y contaba con 150.000 habitantes, cifra muy alta para aquellos tiempos,  equiparable a la de Madrid, Sevilla y Londres, las tres más populosas urbes europeas. A fines del siglo XVI la ciudad no sólo era la sede de la Casa de la Moneda donde se acuñaba el circulante  del Virreinato del Perú, sino que contaba con señoriales mansiones y espléndidas iglesias barrocas. Sus habitantes eran famosos por el lujo ostentoso con que vivían y por su afición a  fiestas y  diversiones. Baste decir que contaba con   catorce salas de baile, treinta y seis casinos a los que concurrían unos ochocientos jugadores profesionales, un teatro y prostíbulos atendidos por ciento veinte prostitutas. A esto hay que sumar la pintoresca y colorida feria popular que se celebraba en la plaza central a la cual concurrían pobladores de toda la comarca, cada uno con su ropa típica,  a vender  sus productos, uno de ellos las preciadas hojas de coca.

Entre los mercaderes se contaban  los provenientes del Tucumán para quienes Potosí era su principal mercado. Llevaban a vender las producciones de su tierra, desde mulas para el trabajo minero,  ganado y maderas hasta  ropa de la tierra, cuero y miel silvestre recogida de sus selvas subtropicales.

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jueves, 22 de enero de 2015

Urbanismo Incaico

El Inca Pachacútec tuvo desde siempre claros objetivos imperialistas y con acierto consideraba que la grandeza de un imperio comenzaba por la imagen de su ciudad capital: Cuzco. Por eso, con minucia propia del más prolijo de los intendentes, la recorría para detectar dónde necesitaba mejoras.

El cronista Juan de Betanzos nos cuenta que cierta vez en que  hacía su recorrido durante la temporada lluviosa, como viese que las corrientes e aguas que… caían de las coberturas de las casas… llenaban la tierra… y que hacían mal y daño en ella, y que… se entraban por los cimientos de las casas… se preocupó mucho por lo que ordenó hacer, sin dilación, las siguientes  obras urbanas que el cronista  describe al detalle:


…mandó que, para el reparo de esto, a raíz de las paredes en aquellas partes donde caía  agua de las coberturas de las casas, fuesen puestas muchas losas llanas e muy juntas y todas iguales, las cuales fuesen puestas [como] un dique… de contención;    y asimismo mandó que por el medio de las… calles fuesen hechas de piedra de cantería unas acequias… de anchor de un jeme…; es decir, de unos 0,25cms.  También ordenó que entre las acequias y el reparo de losas fuese echada mucha piedra menuda y cascajo y tierras areniscas -ripio-  y así el  agua de las tales lluvias se escurriese por esas acequias.

Calle de Santa Victoria Oeste, en la provincia de Salta en el Norte de Argentina. En esta calle se ve , tal como se observa en otros pueblos de los Andes de Argentina, la canaleta central, costumbre que viene desde los tiempos del gran Inca Pachacutec.

jueves, 15 de enero de 2015

Una extraordinaria revolución en el transporte colonial

Como sabemos, en América prehispánica no había animales de tiro y carga; tampoco se conocía la rueda, de allí que el transporte de bienes y hasta de personas se hacía a espaldas de ser humano: eran los indios cargueros que habitualmente cargaban entre 30 y 40 kilos; a veces, 60. Imágenes de ellos  abundan tanto en la iconografía azteca como en la peruana.
El único animal carguero americano era la llama, pero sólo existía en el área andina,  aguanta no más de unos 25 kilos de peso  y se cansa pronto; incomparable su resistencia con la del burro, la mula o el caballo traídos por los conquistadores. Este último podía cargar un guerrero con toda su armadura y armamento;  además, galopar y batallar con todo el esfuerzo de marchas,  contramarchas, frenadas  y acometidas que esto exigía; no sin motivo los aborígenes quedaron estupefactos ante su presencia. Sin embargo, lo que produjo en América una revolución extraordinaria en el transporte, durante el período colonial,  fue la carreta.
Se centro principal de construcción en todo el Virreinato del Perú estaba en Tucumán gracias a la abundancia de buenas y corpulentas maderas  que ofrecían sus selvas. Cargaba hasta dos toneladas, transportaba mercadería y, a veces, pasajeros. También cargaba botija con agua, leña para cocinar, más herramientas y maderos para hacer reparaciones.
Las ruedas tenían 2,15m. de diámetro. Su pértiga, 2,50 de largo.  La caja, situada a más de 1m del suelo, tenía casi 2 de altura, 4 de largo y sólo 1.50 de ancho para facilitar la circulación por las áreas boscosas.
La estructura era toda de madera y en el ensamblaje de sus partes no se usaba ningún clavo. El piso era de carrizo o junco tejido. El techo, una armazón de ramas flexibles cubierta con cueros de toro, cosidos. Eran conducidas por un peón y tiradas por dos o cuatro bueyes uncidos a un yugo de 2m. de largo.

Marchaba en tropas de hasta 20 unidades y recorría un promedio de 20kms. diarios. Gracias a ella el comercio se incentivó asombrosamente y podemos afirmar que una revolución equivalente a la que produjo la carreta sólo volvió a darse a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la llegada del ferrocarril. 

domingo, 11 de enero de 2015

Prostíbulos para cuidar la moral general

Se calcula que el Inca Pachacútec reinó desde 1438 a 1471. Hiperactivo y  dotado de excepcional don de mando y de talento  organizativo, legisló sobre prácticamente todos los aspectos de la vida de la comunidad que gobernaba, desde el ordenamiento urbano  de Cuzco, hasta la estructuración de las fuerzas armadas, pasando por la moral ciudadana.

Respecto de este punto le preocupaba la conducta de los mancebos solteros, tan deseosos de satisfacer sus apetencias sexuales que no respetaban a las mujeres casadas ni  a las mamaconas, místicas esposas del dios Sol. Para remediar el problema dispuso que  hubiese cierta casa  fuera de la ciudad para que en ellas fuesen puestas ciertas cantidades de mujeres de las… tomadas en las guerras, a disposición de los mancebos. También dispuso que sus servicios no fuesen gratuitos, sino que estas mujeres fuesen pagadas. Suponemos que el pago sería hecho en bienes ya que los incas no tenían moneda.


El tiempo pasó. Se produjo el arribo de Colón y pronto los españoles conquistaron varias islas caribeñas. Reinaba el emperador Carlos V quien, por cédula real del 21 de agosto de 1526, autorizó a un vecino de Santo Domingo a instalar un prostíbulo. La justificación era la misma esgrimida por Pachacútec menos de un siglo atrás: …por la honestidad de la ciudad y mujeres casadas… hay necesidad de que se hagan en ella casas de mujeres públicas… Poco después el emperador extendió la autorización a Puerto Rico.

miércoles, 7 de enero de 2015

La jurisdicción de la República Argentina

Poco o nada se conoce  del hecho de que la jurisdicción de Argentina está definida  nada menos que desde 1542. En un día de fines de noviembre de ese año, el Lic. Cristóbal Vaca de Castro, a cargo del gobierno del Virreinato del Perú  por muerte del virrey, firmó la provisión que autorizaba al capitán Diego de Rojas a hacer la entrada al Tucma de la cual resultó el extraordinario descubrimiento de la ruta terrestre que unía Lima,  capital del Virreinato, con el Río de la Plata, salida al Océano Atlántico. Con fecha 24 de noviembre Vaca de Castro escribió al rey  informándolo de la medida:
Hay noticia de que entre la provincia de Chile y el río grande que llaman de la Plata, hay una provincia que se llama Tucma,  hacia la parte -en dirección- del Mar del Norte -Océano Atlántico- … de manera que la Cordillera de las Sierras Nevadas -Cordillera de los Andes- que atraviesa estas provincias, hacia el Estrecho -de Magallanes- queda entre las provincias de Chile y esta tierra.
Lo que la provisión denomina Tucma era el actual territorio argentino, entonces ignoto. Los límites que le daba eran, al oeste, la Cordillera; al este, la cuenca del Río de la Plata y el Atlántico; al sur, el Estrecho de Magallanes. No especificaba, por obvio, el límite norte que era la provincia de Charcas, Bolivia, al sur de la que comenzaba el llamado Tucma, más el área chaqueña, infranqueable por la hostilidad  de la naturaleza y de los aborígenes. Lo que importa y merece ser conocido y difundido es que esta provisión establece, por primera vez en la historia, lo que es la jurisdicción de la República Argentina.

lunes, 5 de enero de 2015

Ritos fúnebres de algunos aborígenes sudamericanos

El cronista Pedro Cieza de León,  desde 1535 a 1550 recorrió el occidente sudamericano desde Santa Marta, en Colombia, hasta Potosí en Bolivia. Hombre ávido de conocimiento, recogió un enorme caudal de información relativo a los pueblos aborígenes que conoció, entre otros temas, sobre los ritos fúnebres.

Lo primero que llamó su atención fueron las diferencias en la disposición final del cadáver. En Cuzco los embalsamaban y sentaban en unos asientos llamados duhos, vestidos y adornados de lo más principal que ellos poseían. En otros lugares los tendían en barbacoas o camas hechas de cañas o bien  sentados dentro de hondas sepulturas.

Había pueblos que  a sus muertos dentro de sus casas entierran... en grandes bóvedas… o bien envueltos  en un pellejo de una oveja -llama- fresco, y con él los cosen formándoles por de fuera el rostro, narices, boca…

Otros pueblos los sepultaban en lo alto de los cerros;  en cambio, los  habitantes de la desértica costa subecuatorial del Océano Pacífico no  tenían otra opción que enterrar a sus muertos en el inestable suelo arenoso, que el viento revolvía constantemente dejando pronto al descubierto los cadáveres. El cronista cuenta la impresión que le causaba ver,  cuando andaba por esos arenales  gran número de calaveras y… sus ropas, ya podrecidas y gastadas con el tiempo, expuestas impiadosamente a la intemperie.

Era norma general sepultar a los grandes señores con sus mejores posesiones, sus armas de guerra, abundantes alimentos y chicha, pero había otra costumbre muy generalizada, verdaderamente terrible: meter en las sepulturas mujeres vivas integrantes del harén del fallecido y también  muchachos. En algunas regiones, los señores comarcanos, para honrar al muerto le obsequiaban de sus indios y mujeres dos o tres, y llévanlos donde está hecha la sepultura y allí, en un acto que podemos interpretar como de caridad, les daban  mucha chicha, tanta, que los embriagaban hasta que perdían el sentido y entonces los metían en la sepultura para que tenga compañía el muerto… de manera que ninguno… muere que no lleve de veinte personas arriba en su compañía...

Señala el cronista que, por lo general, los destinados a ser sepultados vivos aceptaban su suerte, pero hubo un caso de resistencia del que fue testigo: Escribe que estando en ... Cartagena... siendo en ella gobernador... el licenciado Juan de Vadillo, de un pueblo llamado Pirina salió un muchacho y venía huyendo adonde estaba Vadillo, porque le querían enterrar vivo con el señor de aquel pueblo, que había muerto... El muchacho,  aterrado, fue a  buscar la protección de quien, por el cargo que tenía y por su formación cultural sería capaz de salvarlo: el gobernador español que lo acogió, amparó y libró del horrendo fin al que lo destinaban.