viernes, 18 de septiembre de 2015

Intercambio de fauna y flora entre dos mundos

Uno de los hechos más revolucionarios que provocaron el descubrimiento y conquista de América fue el intercambio de fauna y flora entre el Viejo Mundo y el Nuevo.

Los españoles trajeron los ganados equino, mular, asnal, vacuno, bovino, ovino, caprino, porcino y aviar.  Trajeron vid, olivo, trigo, caña de azúcar, legumbres y hortalizas,  frutas cítricas y de carozo, ajo, cebolla, albaca y también plantas ornamentales: rosal, clavel, narciso, amapola, lirio, alhucema, malvón. Todo esto transformó, en muchos aspectos, el modo de vida de los indigenas.

La transformación más espectacular fue la provocada por los animales de tiro y carga  que en América no existían. A la tarea la realizaba el indio carguero que transportaba  sobre sus espaldas toda suerte de bultos, incluso seres humanos. En la región andina sudamericana se usaba la llama como carguera, pero su resistencia física es muy inferior a la de los equinos.

Otra transformación fue la producida en la alimentación con la llegada de vacas, ovejas, cerdos, cabras, aves de corral. Además, algunos de estos animales originaron innovadoras manufacturas: el cuero vacuno, la talabartería; la lana de oveja, tejidos; la carne de cerdo, los chacinados.

La contribución de América fue mayoritariamente en vegetales que desde el siglo XVI tuvieron difusión mundial por su calidad alimenticia: maíz, papa -de la cual los incas desarrollaron 3.000 variedades- batata, tomate, ají, maní, ananá, girasol -del que se extrae aceite comestible- quinoa, mandioca, cacao.

Otros aportes vegetales del Nuevo Mundo fueron la fibra del algodón mesoamericano y el tabaco que pronto ganó adeptos en el Viejo.  La flora americana también aportó
substancias medicinales como la quinina para la cura de paludismo y malaria, y se calcula que quinientas hierbas de origen americano integran la fórmula de distintos medicamentos.

Y la fauna del Nuevo Mundo hizo dos aportes sinónimo de alta calidad: la lana de vicuña, la más fina de origen animal existente,  y el pavo domesticado por los aztecas, imprescindible en todo lujoso banquete

miércoles, 9 de septiembre de 2015

América y su integración al Mundo

Los primeros seres humanos llegaron a América en tiempos prehistóricos, hace 40.000 o 30.000 años. Venían del Oeste y  provenían  de Asia, Australia y Oceanía. Muchos ingresaron por la vía de acceso terrestre de Bering, pero una vez desaparecida ésta a causa de cambios climáticos, el Océano Pacífico fue el medio comunicador por excelencia. Es muy importante señalar que estos pueblos, una vez que llegaron al continente navegando en sus rudimentarias naves,   cortaron para siempre el vínculo con su lugar de origen, de modo que América, aunque poblada, permaneció aislada geográficamente, encerrada entre dos océanos.

El poblamiento desde  el Este, por el Océano Atlántico, fue tardío.  Ocurrió en tiempos históricos y en la era cristiana. Comenzó con los escandinavos  que, a fines del siglo X y comienzos del XI,  llegaron  en sus típicos drakkar -naves de una sola vela impulsadas por remeros- a América del Norte, a Terranova  donde se han encontrado restos de un pequeño caserío. Aparentemente el medio no les fue propicio pues un día se retiraron en forma tan  inesperada como habían llegado, con lo que América perdió una oportunidad  de salir de su aislamiento.

Éste terminó recién cuatrocientos años más tarde,  a fines del siglo XV, exactamente el 12 de octubre de 1492, fecha que marcó el comienzo de la integración de América al resto del mundo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

San Miguel de Tucumán a comienzos del siglo XVII

Entre los principales cronistas del período colonial se cuenta el fraile carmelita P. Antonio Vázquez de Espinosa. Estuvo catorce años en Indias -como los españoles llamaban a América- y recorrió desde Méjico hasta el Noroeste argentino. Llegó a Tucumán a comienzos del siglo XVII y dejó esta descripción de la ciudad de  San Miguel de Tucumán que todavía se levantaba  en el sitio de Ibatín:
La ciudad de San Miguel de Tucumán es de hasta 250 vecinos españoles; su temple es muy cálido y húmedo; tiene en el contorno algunas reducciones de indios donde se labra cantidad de lienzo de algodón, pabellones, sobrecamas y otras cosas curiosas; hay en el distrito cría de mulas y ganados y tiene muy olorosas y preciosas maderas, y por los campos innumerable cantidad de ganado silvestre. Está en 29 grados, fundada en alegre sitio a las faldas de altísimas montañas; tiene acequia con que riega sus viñas, huertas y sembrados; pasa por un lado el río de la Quebrada de Calchaquí -el río Pueblo Viejo- y otros que bajan de las sierras.