sábado, 22 de noviembre de 2014

Un misterioso y terrible veneno

¿Cuál fue el veneno que mató a Diego de Rojas y cuál su contrahierba o antídoto?  Es un misterio que la Historia plantea a los investigadores.
El veneno era inoculado a la víctima mediante una púa muy pequeña, colocada en la punta de la flecha que arrojaba el atacante, diseñada de tal  modo que quedaba en el interior de la carne para descargar su ponzoña en el torrente sanguíneo,  aunque la flecha se desprendiera o fuese arrancada. Por lo tanto, para retirarla era imprescindible abrir la herida y hurgar hasta hallarla.
El veneno actuaba de la siguiente forma: entre el flechazo y la muerte se desarrollaba un proceso de cinco a ocho días  de duración, en el cual el envenenado padecía dolores terribles, acompañados de desesperación rayana en la locura aunque, aparentemente, conservaba la lucidez.
Los cronistas no dicen -porque no lo sabían- cuál era la composición del veneno; se limitan a hablar de hierba yerba dándole, así, tácitamente, un origen vegetal. En mi opinión y basándome en los datos aportados por las fuentes, las substancias que lo componían tenían una estrecha relación con el calor y la humedad, puesto que los indios comenzaron a usar flechas envenenadas o  enerboladas durante la plenitud del verano y coincidentemente con el comienzo de la temporada de lluvias. Antes no las usaron,  no obstante haber tenido encuentros con los españoles.
El uso de flechas envenenadas con el veneno que mató a Rojas tenía un área de dispersión geográfica perfectamente definida, coincidente con la que ocupaban tonocotés y juríes que,  según algunos estudios, eran  parcialidades de una sola nación: el sur de la provincia de Tucumán y la zona de la provincia de Santiago del Estero comprendida entre el río Dulce y las Sierras de Ancasti.
En cuanto a la contrahierba, según lograron descubrir los españoles después de sufrir muchas  muertes por envenenamiento, incluso de caballos, se preparaba con dos hierbas diferentes que crecían donde estaba fresco (¿en la sombra?), en la ribera de un río. Ambas se majaban; el zumo de una se bebía y aparentemente servía de purgante; el de la otra se vertía dentro de la herida, de la que previamente se había extraído la púa envenenada, condición imprescindible junto con una dieta rigurosa de varios días de duración.

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