Quizás, hasta el presente,
la revolución más profunda que ha habido en nuestro planeta fue la
originada por el descubrimiento, conquista y colonización de América por
España.
Se produjo a partir de
1493 en que Colón fundó en Santo Domingo la primera ciudad hispana, base
de la expansión hacia el continente: América del Norte desde el sur de actual
Estados Unidos; América Central y del Sur
hasta los ríos Maule, Diamante y
de la Plata en Chile y Argentina. Más de 4.000.000 kms2 en total.
En 1513 los españoles descubrieron el Océano Pacífico y,
desde entonces, el mundo supo que no sólo había un nuevo continente, sino también un nuevo
océano. Paralelamente, dieron la vuelta
al mundo y extendieron su imperio hasta las Islas Filipinas.
Uno de los hechos más interesantes que protagonizaron
durante su conquista del continente americano fue de carácter cultural:
Impusieron la lengua española y,
simultáneamente, fueron incorporando a ella palabras tomadas de las distintas
lenguas aborígenes que conocieron. He aquí algunos ejemplos:
Del área antillana: maíz, caníbal, caribe, huracán, hamaca,
butaca, cacique, canoa, sabana, barbacoa, tabaco, cimarrón.
Del área azteca: petate, chocolate, cacao, chili, tamal,
cayote, tomate, sisal, caucho o hulli, mescal, marihuana.
Del área andina: puma, cóndor, pampa, vincha, poncho,
chacra, curaca, pucará, caschi, mishi, ututo, chirimoya, palta, poroto, coca
además de nombres geográficos como Incahuasi, Cachi, Alpachiri, Cocha.
Hoy usamos a diario todas estas palabras sin saber que son
resultantes de una intensa transculturación entre conquistados y
conquistadores, que comenzó en el siglo XVI.
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