Al centro de la ciudad se encontraba la plaza, trazada en cuadro,… pavimentada con piedras pequeñas. Allí se realizaban mercados a los que acudían gentes de toda la comarca llevando sus variadas producciones; se reunía masivamente la población para las grandes celebraciones y para las convocatorias de guerra.
Dos ríos pasaban a ambos costados de Cuzco y corrían canalizados entre muros de cantería y por lechos pavimentados, de modo que el agua fluye clara y limpia y, aunque el caudal crezca, no se desborda. Sobre estos ríos están tendidos los puentes por los cuales se entra a la ciudad.
Al sudeste de ella se levantaba el bellísimo Inticancha o Templo del Sol, principal santuario del imperio, ornamentado con extraordinarias riquezas. Al noroeste, en la cima de una colina, haía una fortaleza de piedra y adobe verdaderamente bella: la de Sacsahuamán. Muchos españoles que conocieron fortalezas europeas afirmaban no haber visto otro edificio como ella y consideraban a sus murallas de piedras de tamaño colosal y ensambladas con perfección la una con la otra, como la cosa más bella en materia de construcciones que puede verse en aquella ciudad… bellísima en todo su conjunto.
No podía ser de otra manera porque desde el momento de su fundación por Manco Cápac, los Incas que le siguieron tuvieron como primordial cuestión de Estado hacerla crecer no sólo fuerte e inexpugnable, sino también como la más hermosa de todas. Indudablemente lo lograron.
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