sábado, 25 de agosto de 2018

Enfermos, medicos y curaciones en Crónicas de la Conquista. Parte 3


El cronista Fr. Bernardino de Sahagún, de la Orden Franciscana, llegó a México poco después de producida su conquista por Hernán Cortés. Impresionado por el mundo azteca, se impuso la tarea de recopilar toda la información posible sobre él para lo cual convocó sabios, informantes varios  y dibujantes aztecas. Compuso un sistema de recopilación de datos que le ha merecido el título de “padre de la Antropología moderna” y el resultado fue su colosal obra Historia General de las Cosas de Nueva España -nombre que Cortés dio a actual México- cuyo capítulo XXVIII está dedicado a la medicina.
Había tratamientos para todos los males del cuerpo, desde la cabeza a los pies, y las medicinas eran generalmente de origen vegetal, incluso el hollín vegetal.
Para el dolor de oído se recomendada el chili o ají picante. Para las cataratas, raspajes de córnea y párpados con dos tipos de raíces ásperas. Para las  nubes de los ojos se usaba una mezcla compuesta de huevo de lagartija, hollín y agua.
También se valían de ingredientes de origen animal -por ejemplo la orina- usada como lavaje para curar la caspa, la sarna y los cráneos descalabrados, además de otros diversos males.

Para el dolor de muelas se recomendaba poner sobre la mejilla emplastos del gusano revoltón que suele criarse en el estiércol, mezclado con trementina.
A la madre que tenía poca leche para amamantar a su hijo se le recomendaba comer asado el vergajo de los perrillos, esto es, el órgano sexual de los pequeños perros chihuahua.

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