jueves, 8 de octubre de 2015

San Miguel de Tucumán en 1773

El cronista cuzqueño  Calixto Bustamante Carlos Inca, más conocido por su sobrenombre Concolorcorvo, hizo en ese año un viaje entre Buenos Aires y Lima del cual dejó un encantador libro titulado El lazarillo de los ciegos caminantes. El capítulo V está dedicado a Tucumán y en él describe así a San Miguel:
Ciudad capital de esta jurisdicción y partenza hoy de correos, ocupa el mejor sitio de la provincia: alto, despejado y rodeado de fértiles campañas. A cinco cuadras perfectas está reducida esta ciudad, pero no está poblada a correspondencia. La parroquia, o matriz, está adornada como casa rural y los conventos de San Francisco y Santo Domingo mucho menos. Los principales vecinos, alcaldes y regidores, que por todos no pasarán de 24, son hombres circunspectos y tenaces en defender sus privilegios. Hay algunos caudalitos, que con su frugalidad mantienen, y algunos aumentan con los tratos y crías de mulas; pero su principal cría es la de bueyes, que amansan para el trajín de las carretas que pasan a Buenos Aires y a Jujuy. La abundancia de  buenas maderas les facilita la construcción de  buenas carretas.

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