jueves, 16 de abril de 2015

El Quipu

De entre los aborígenes americanos que alcanzaron un alto desarrollo cultural sólo los mayas tuvieron un sistema de escritura. Estaba compuesto por logófrigos que representaban ideas y por glifos, que representaban sonidos por lo cual resultaba sumamente complejo y sólo manejable por expertos. En cambio, aztecas e incas carecieron de escritura, aunque estos últimos crearon el quipu, que si bien no se equiparaba a la escritura, era un eficiente sistema de contabilidad que debía ser acompañado por una explicación verbal.

¿Qué es el quipu? Comencemos diciendo que la palabra pertenece a la lengua  quichua y  significa nudo. Los expertos lo describen como un recurso mnemotécnico para ayudar a la memoria, pero yo lo defino   como la calculadora de lana -pues estaba hecho de lana de llama- y por la descripción que haré comprobarán que la comparación no es desacertada.

Estaba constituido por un cordel principal de entre 0,30 a más de 1m. de longitud. De él pendían cordeles de distinto largo,  puestos ordenadamente  de mayor a menor, cada uno de un diferente color: verde, azul, amarillo, blanco y rojo, en los que se hacían series de nudos.

No cualquiera sabía valerse del quipu y los expertos se denominaban  quipu-camayoc,  que podríamos traducir como contador o técnico en quipus. El cronista Pedro Cieza de León que conversó con varios de ellos para que le explicaran su uso,  nos dice que los nudos contaban de uno al diez, del diez al cien y del cien al mil.  ¿Y qué contaban? La respuesta es todo pues los soberanos incas eran realmente fanáticos de las estadísticas como medio de conocer -para luego disponer- de todo lo  existente en el imperio. Cada gobernante de provincia -continúa Cieza-  tenía contadores que, mediante nudos hechos en los cordeles, recogían las cifras  de cuántos varones, mujeres y niños vivían en determinado pueblo; de qué cantidad de alimento cosechaban; de cuántas llamas tenían en sus rebaños. Esta información le servía al soberano para señalar el tributo que cada pueblo debía dar, que incluía  desde Vírgenes Escogidas, hombres para la guerra o para las obras públicas tales como caminos y edificios, hasta maíz, charqui (carne seca),  ropa, calzado, leña. Todo ello se guardaba -bajo la contabilidad de quipu-camayocs- en los depósitos distribuidos a lo largo de los caminos del imperio para abastecer al Inca y sus ejércitos conquistadores durante la marcha.  El cronista, admirado de la perfección del sistema estadístico creado por los incas, comentaba que todo era hecho ¡con tanta exactitud [que] no se ha de haber extraviado ni un par de sandalias!    



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