El cronista cuzqueño Calixto Bustamante Carlos Inca, más conocido por su sobrenombre Concolorcorvo, hizo en ese año un viaje entre Buenos Aires y Lima del cual dejó un encantador libro titulado El lazarillo de los ciegos caminantes. El capítulo V está dedicado a Tucumán y en él describe así a San Miguel:
Ciudad capital de esta jurisdicción y partenza hoy de correos, ocupa el mejor sitio de la provincia: alto, despejado y rodeado de fértiles campañas. A cinco cuadras perfectas está reducida esta ciudad, pero no está poblada a correspondencia. La parroquia, o matriz, está adornada como casa rural y los conventos de San Francisco y Santo Domingo mucho menos. Los principales vecinos, alcaldes y regidores, que por todos no pasarán de 24, son hombres circunspectos y tenaces en defender sus privilegios. Hay algunos caudalitos, que con su frugalidad mantienen, y algunos aumentan con los tratos y crías de mulas; pero su principal cría es la de bueyes, que amansan para el trajín de las carretas que pasan a Buenos Aires y a Jujuy. La abundancia de buenas maderas les facilita la construcción de buenas carretas.
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