Tan pronto llegó a Lima comenzó a evangelizar en los barrios de la ciudad. Su método era ir de casa en casa, interesarse por la vida de todos, tratarlos afablemente y así lograba que los indios concurrieran a la iglesia donde les enseñaba la doctrina cristiana y los instaba a abandonar los vicios, entre otros la embriaguez que hacía estragos entre ellos. Organizaba escuelas para enseñanza de los niños indios. Visitaba cárceles y hospitales. Los días de semana predicaba en la plaza convocando a indios, negros y españoles y, los domingos, en la iglesia. Para las fiestas religiosas recurría a comedias, danzas, entremeses, coplas y romances que atraían mucho a todo tipo de público.
De Lima pasó a Cuzco y llegó hasta los pueblos del Lago Titicaca, Juli, La Paz, Arequipa, Potosí, lugares donde la lengua madre ya no era el quichua, sino el aymara que con su proverbial facilidad pronto aprendió para predicar en ella.
De cada una que aprendía redactaba Arte y Vocabulario (Gramática y Diccionario) destinados a misioneros recién llegados y pronto sus superiores le encomendaron tareas docentes. Primero en el Colegio de la Compañía de Jesús, de Lima, donde enseñó quichua a los novatos; luego, en Potosí donde les enseñó las lenguas aymara y puquina. Además, redactó textos de sermones para ayudarlos en la predicación.
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