Como sabemos, en América prehispánica no había animales de
tiro y carga; tampoco se conocía la rueda, de allí que el transporte de bienes
y hasta de personas se hacía a espaldas de ser humano: eran los indios
cargueros que habitualmente cargaban entre 30 y 40 kilos; a veces, 60. Imágenes
de ellos abundan tanto en la iconografía
azteca como en la peruana.
El único animal carguero americano era la llama, pero sólo
existía en el área andina, aguanta no
más de unos 25 kilos de peso y se cansa
pronto; incomparable su resistencia con la del burro, la mula o el caballo
traídos por los conquistadores. Este último podía cargar un guerrero con toda
su armadura y armamento; además, galopar
y batallar con todo el esfuerzo de marchas,
contramarchas, frenadas y acometidas
que esto exigía; no sin motivo los aborígenes quedaron estupefactos ante su
presencia. Sin embargo, lo que produjo en América una revolución extraordinaria
en el transporte, durante el período colonial,
fue la carreta.
Se centro principal de construcción en todo el Virreinato
del Perú estaba en Tucumán gracias a la abundancia de buenas y corpulentas
maderas que ofrecían sus selvas. Cargaba
hasta dos toneladas, transportaba mercadería y, a veces, pasajeros. También
cargaba botija con agua, leña para cocinar, más herramientas y maderos para
hacer reparaciones.
Las ruedas tenían 2,15m. de diámetro. Su pértiga, 2,50 de
largo. La caja, situada a más de 1m del
suelo, tenía casi 2 de altura, 4 de largo y sólo 1.50 de ancho para facilitar
la circulación por las áreas boscosas.
La estructura era toda de madera y en el ensamblaje de sus
partes no se usaba ningún clavo. El piso era de carrizo o junco tejido. El
techo, una armazón de ramas flexibles cubierta con cueros de toro, cosidos.
Eran conducidas por un peón y tiradas por dos o cuatro bueyes uncidos a un yugo
de 2m. de largo.
Marchaba en tropas de hasta 20 unidades y recorría un
promedio de 20kms. diarios. Gracias a ella el comercio se incentivó
asombrosamente y podemos afirmar que una revolución equivalente a la que
produjo la carreta sólo volvió a darse a partir de la segunda mitad del siglo
XIX, con la llegada del ferrocarril.
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