Testimonios de un soldado-cronista
Bernal Díaz del Castillo en su crónica también habla de las pestes que se ensañaban con la humanidad, en aquel tiempo. Nos cuenta de una que a él lo tuvo muy malo de calenturas y echaba sangre por la boca, y gracias a Dios -dice- me curé porque me sangraron. Esto de sangrar era un recurso curativo muy usado tanto por indios como por españoles, juntamente con los ayunos y las purgas.
A veces las enfermedades cruzaron el océano desde España a América, como fue la viruela, originaria del Viejo Mundo, que hizo estragos entre los aborígenes del Nuevo carentes de anticuerpos para defenderse de ella. Díaz del Castillo menciona otra que llama Mal de Modorra, que se declaró en un navío proveniente de España. Muchos afectados murieron tanto en el trayecto oceánico como una vez llegados a Mexico, y uno de ellos fue el Lic. Luis Ponce de León, funcionario de la Corona. Bernal Díaz del Castillo cuenta su caso de esta manera: Viniendo del monasterio del señor San Francisco, de oír misa le dio una muy recia calentura y echóse en la cama, y estuvo cuatro días amodorrido... y todo lo más del día y de la noche era dormir; y desde que aquello vieron los médicos que le curaban... les pareció que era bien que se confesase y recibiese los Santos Sacramentos... y después de recibidos... hizo testamento.
Otro caso similar es el de una nave que llegó de Cuba trayendo sesenta soldados. Nos cuenta el cronista que todos estaban dolientes y muy amarillos e hinchadas las barrigas...; por burlar -comenta- les... pusimos los panciverdetes, porque traían los colores de muertos.
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