lunes, 29 de febrero de 2016

El topónimo TUCUMÁN

Posee una singular característica: los distintos alcances territoriales que tuvo a través del tiempo. La palabra original era Tucma, nombre que los incas daban a una comarca situada al  sur de la actual  provincia de Tucumán, que abarcaba la zona pedemontana y llana que hoy, aproximadamente, ocupan los departamentos de Monteros, Chicligasta, Río Chico y Simoca.

Como ya dijimos, cuando en 1542 el capitán Diego de Rojas recibió la autorización para hacer su trascendental entrada o expedición descubridora, el nombre de esa pequeña comarca pasó a designar un dilatado territorio que se extendía desde el sur de Bolivia hasta el Estrecho de Magallanes y desde la Cordillera de los Andes al litoral fluvial y marítimo; es decir,  lo que hoy es jurisdicción de la República Argentina.

Años después, cuando a partir de 1550 los españoles fueron conquistando el  Noroeste argentino, denominaron El Tucumán a un territorio de unos 700.000kms.2 de extensión, que comprendía las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán, Córdoba, Santiago del Estero más occidente de Chaco y Formosa. En agosto de 1563 fue erigido como  Gobernación del Tucumán; dependía políticamente del Virreinato del Perú[1] con sede gubernamental en Lima y judicialmente de la Audiencia de Charcas.

En 1814 se creó la Provincia de Tucumán cuya jurisdicción incluía las de  Santiago del Estero y Catamarca, pero éstas se declararon autónomas en 1820 y 1821 respectivamente. Desde entonces el topónimo  pasó a designar, exclusivamente, los 22.524 kms.2 que tiene la provincia actual.


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miércoles, 24 de febrero de 2016

Presagios aztecas acerca de la llegada de los españoles

En la historia de la conquista de América se da un hecho asombroso: el de los presagios sobre la venida de los españoles que, en algunos casos, se anticiparon a ella varios siglos. Su ejemplo paradigmático es el que se dio en México cuyo  eje es el mito del retorno de Quetzalcóatl, nombre que se daba a dos personajes: uno era un dios, el otro, un héroe divinizado.
El dios fue venerado en las culturas maya y azteca, y  era caracterizado como la serpiente emplumada o como el señor de la región del alba, es decir,  de la región donde, cada mañana,  sale el sol.
El héroe divinizado fue rey de la gran ciudad de Tula a fines del siglo IX del Calendario Gregoriano. Se llamaba Ca Ácatl Topiltzin, pero adoptó el nombre del dios, Quetzalcóatl. Según la tradición se singularizaba por tener piel clara y barba,  características no habituales en la raza aborigen.  Era hombre sobresaliente por sus virtudes morales y un gran reformador en todos los órdenes, hecho que desencadenó la reacción de un sector antirreformista de la comunidad. Esto lo llevó a abdicar y exiliarse; se fue hacia el Este, llegó al Golfo de México  y se internó en sus aguas rumbo a la región del alba.  Sin embargo, antes de partir, anunció que un día regresaría y, desde entonces, varias generaciones de aztecas lo aguardaron.
Transcurrieron siete siglos; era ya 1507 y gobernaba México el emperador Moctezuma, hombre extremadamente religioso y supersticioso que aguardaba con especial escrúpulo el comienzo, en ese año, de una nueva era para su país, la llamada Del Sol de Fuego, para la que se presagiaban trascendentales y dolorosos sucesos. Como para confirmarlo, en los años siguientes comenzaron a sucederse fenómenos inusuales, ominosos según los augures. El que más conmovió al emperador y a toda la población fue la aparición de un cometa cuya cabeza señalaba hacia la región del alba. Esto tenía un hondo significado pues estaban en vísperas del año  1519, dedicado al culto de  Ce Ácatl Topiltzin, nombre del héroe llamado Quetzalcóatl, el que había prometido regresar para recuperar el poder.
Y un día el vaticinio se hizo realidad: fue cuando,  en abril de 1519, una nave de apariencia nunca vista por los aztecas, proveniente  de la región del alba, fondeó en Veracruz y de ella descendió un hombre de aspecto acometedor, de piel clara y barba oscura: Era el conquistador Hernán Cortés que en 1521 se adueñó de  México.